No tengas miedo

Aunque tengas miedo, hazlo. Es el mejor consejo que te puedo dar. 

El miedo es un impulso humano innato. Cuando nos sentimos amenazados, los sentidos detectan el foco de peligro, mandan la señal al cerebro y se activa el sistema límbico. En respuesta, nuestro cuerpo aumenta la presión arterial, se acelera la velocidad del metabolismo, se tensan los músculos y suben los niveles de glucosa en la sangre. Se dispara adrenalina.

En ocasiones, el miedo puede llegar a pánico, que hará que se desactiven los lóbulos frontales y perdamos la noción del momento y el control parcial de nuestros actos. Sin metáforas, el miedo nos paraliza.

Además de un perfil biológico, el miedo también tiene un carácter social. Desde tiempos remotos se ha utilizado el miedo para mantener el control de la sociedad y jugar con su instinto de supervivencia. Se ha controlado al pueblo con mitos, con seres sobrenaturales, con la idea del infierno y el paraíso y, por supuesto, con la moral. Una sociedad con miedo es una sociedad más fácil de controlar y de manipular. Una sociedad con miedo le hará caso a sus líderes.

De esta manera, en nombre del miedo se han perseguido genios, se han quemado libros, se ha prohibido el acceso al conocimiento, se han creado disputas territoriales, guerras ideológicas, crisis económicas, genocidios y una constante lucha por el poder.

El miedo también tiene un carácter económico. Consumir significa pertenecer y pertenecer es un alimento de nuestro ego; todos tenemos que tener las mejores experiencias, los mejores amigos, las mejores parejas, el mejor trabajo, los mejores viajes y las mejores fotos, así lo dice la dictadura de la felicidad. Si nos falta dinero, o si nuestra vida no encaja en este molde, el miedo aparecerá y nos controlará. Así surgen muchos casos de ansiedad, depresión y fobias sociales.

El miedo crece cuando dejamos de escuchar nuestra voz interior y empezamos a tomar una vida sin riesgos, una vida cómoda que lentamente se aleja de sus sueños. Por miedo, muchos dejan de ser o hacer eso que siempre quisieron hacer. El miedo te desvía de tu verdadero poder y tu talento, y con los años, se vuelve más viejo, más grande y más testarudo ese miedo que nos impide hacer lo que más nos gusta hacer. El miedo te detiene.

A mi la vida me ha enseñado a encarar el miedo de una manera diferente, e incluso, a empezar a tratarlo como un aliado. Creo que el miedo hay que estudiarlo, entenderlo y trabajarlo; leer los mensajes que puede traer. Sentir miedo es señal de estar vivo y estar consciente.

Una reflexión que me gusta es la Dr. Gerald Jampolsky, escritor y fundador del primer Centro de Curación de Actitudes, en Tiburón, California. Él señala que el ser humano sólo tiene dos emociones: miedo y amor; y que dentro de nosotros no hay espacio para las dos. Donde hay amor, no puede haber miedo, y donde hay miedo, no puede haber amor.

Así, nosotros decidimos cómo vivir cada situación en nuestra vida bajo los ojos del miedo o los del amor. Nosotros decidimos estar en conflicto o no. Sin expectativas, aprenderemos a vivir con asombro y la vida se irá presentando en un constante estado de abundancia.

Por eso, enfrentar el miedo con buena energía siempre será mi mejor consejo. Por eso digo que aunque tengas miedo, haz eso que quieres hacer. Creo que es bueno estar abiertos al cambio, hay que probar y hay que darnos el lujo de ensayar. Hay que intentarlo. No permitamos que la comodidad, la rutina o la edad nos detengan de hacer algo que queremos o que sabemos que es lo mejor. Siempre valdrá la pena salir de nuestra zona de confort.

Al final, verás que pudiste lograrlo y que está sucediendo. Y si el miedo vuelve, ya sabrás cómo enfrentarlo. Las canas y la experiencia te habrán hecho más sabio y más viejo. Y así, poco a poco, aprenderás a vivir en paz interior.

Referencias:

¿En qué consiste el miedo? / Redacción National Geographic/ 2010

Sin miedo al amor/ Gerald Jampolsky/ 1978