El hostal

Los hostales son lugares a los que llegan personas de todas partes del mundo con contextos e historias de vida muy diferentes. En un hostal conviven viajeros que vienen a recorrer lo ajeno, extranjeros que llegan para empezar de nuevo, jóvenes que vienen de fiesta y también personas que por azares de la vida se quedaron sin casa o sin empleo. En un hostal pasan la noche diferentes universos y suceden decenas de historias todos los días. Su magia es la diversidad y su esencia es la de ser posada, albergue y refugio. Los hostales suelen ser lugares emblemáticos para los caminantes del mundo y yo ya puedo decir que trabajé en uno de ellos, que algún día fui su guardián.

La cultura del hostal se basa en la idea de compartir habitación por un precio accesible a cambio de reducir los costos de operación, los lujos, los gastos y los espacios. Cuenta la anécdota que el primer hostal lo abrió un maestro en Alemania en 1912, con el afán de dar morada a todos aquellos jóvenes que decidían recorrer el país y salir a explorar. Su idea fue poner varias literas en los tres cuartos de su casa, ofrecer un baño compartido y una modesta cocina para desayunar. Años más tarde, su proyecto se convirtió en un movimiento que se extendería por toda Europa Occidental, Australia, Nueva Zelanda, Canadá y los Estados Unidos. La idea del maestro Richard Schirrmann ofrecía una oportunidad de bajo costo para viajeros de todo el mundo. El concepto es compartir techo y el resultado es la mezcla de universos. 

De mi parte, desde hace tiempo se manifestó mi espíritu aventurero y la vida me ha dado la dicha de poder viajar hacia lo desconocido. Mi última travesía lleva un año y medio y he pasado la noche en decenas de hostales que se han vuelto parte de mi historia y mi camino; he estado en hostales con hamacas, hostales en la playa, hostales en lagos, hostales en la montaña, hostales muy austeros y en otros que son referencias de escritores, poetas y viajeros. No hacer ruido en el cuarto, no tocar lo que no es tuyo, lavar todo lo que uses en la cocina, son los códigos básicos de un hostal. Aprovechar el desapego que significa ese breve encuentro de espacio y tiempo te quitará la pena de iniciar pláticas y conocer distintos personajes, filosofías y realidades. Yo disfruto ser huésped de un hostal y en ellos he hecho buenos amigos. 

Por eso el día que llegué a Dublín y comencé a buscarme la vida de nuevo, pedí el deseo de trabajar en un hostal; quería ver si era cierto todo lo que creía. Hoy te puedo decir que ya llevo siete meses trabajando en uno y que ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, ha sido muy divertido. Te puedo decir que comencé como portero en el turno de la noche y ahora soy recepcionista en el turno del día. Te puedo decir que me gusta mucho lo que hago y que he aprendido a ser guía, guardián y consejero. También te puedo decir que hay grandes huéspedes y otros no tanto; que no es nada fácil hacer camas o limpiar una cocina. En fin, ya habrá momento para relatar todas las historias que he vivido en estos meses, pero por ahora te puedo decir que trabajar en un hostal es algo que me ha permitido mantenerme para seguir viajando y escribiendo. Escribiendo sobre un hostal que no fue sólo un lugar de paso. Escribiendo para seguir soñando. 

Referencias:

Brief history of hostelling, por Hi Hostels