Pido permiso para hablar de los pueblos originarios de México.
Cuenta la sabiduría ancestral que el verdadero guerrero es aquél que está consciente de su dualidad entre espíritu y materia. Es el que siempre está en estado de acecho; cuidando su energía, cosechándola, recolectando más. Son mujeres y hombres de conocimiento. Aprendices que siempre serán aprendices en el camino del guerrero, porque saben que el conocimiento es el verdadero poder. De hecho, cuentan los sabios que el guerrero disfruta su existencia y la magia de sus días porque es consciente de su breve paso por esta Tierra. Así aprende a desprenderse de sus necesidades, y con ellas, de gran parte de su ansiedad. Al no necesitar, cuanto recibe es ganancia y la vida se presenta en un estado constante de abundancia. Por eso dicen que el mito del guerrero se vuelve sendero. El mito de ser quien soñaste ser.
La última vez que estuve en Yucatán me reencontré con un libro que me había prestado mi papá y que paciente me había estado esperando: “Las enseñanzas de Don Carlos”. Se trata de la historia del antropólogo mexicano Victor Sánchez, el cual se dedicó a estudiar de cerca la obra de Carlos Castaneda; aquél hombre misterioso que investigó las prácticas del camino del guerrero y difundió la sabiduría precolombina en el mundo occidental. Los textos de Sánchez narran la sabiduría que habría adquirido Castaneda directamente de un hombre de poder, don Juan Matus, y tratan de interpretar las enseñanzas del nagual, buscando llevarlas a la práctica.
El guerrero que relata Castaneda poco o nada tiene que ver con las guerras tal y como las conocemos en Occidente, porque «no tienen nada que ver con la violencia, la competencia, ni la destrucción de nada y de nadie, y mucho menos de los otros”. En la visión donjuanista“la lucha del guerrero es contra sus propias debilidades y limitaciones; contra las fuerzas que se oponen al engrandecimiento de su conocimiento y su poder”. El guerrero lucha por la libertad de elegir cómo ser y cómo vivir. Y es guerrero porque siempre busca hacer lo mejor de si mismo en cada momento, busca la impecabilidad.
Según don Juan, don Carlos y don Victor, el guerrero es el que siempre busca recuperar y cargar su energía; el que la busca, la trabaja y la almacena. El que no la desperdicia. Es guerrero porque sabe que el universo está hecho de campos de energía en los que es posible encontrar un punto de encaje para alinear diferentes anillos y conocer otra realidad. Sin embargo, los saberes ancestrales no viven del pensamiento, viven de la práctica, la disciplina y el actuar. Y como lo señala el propio Castaneda: «un hombre o una mujer de conocimiento vive de actuar, no de pensar en actuar, ni de pensar qué pensará cuando termine de actuar”.
El origen de este conocimiento tiene sus raíces entre los pueblos originarios de Mesoamérica, lo comparten la cultura olmeca, la wixárica, la tolteca y la maya. Y aunque abundan las diferencias entre los tiempos, las ceremonias y los rituales en cada región, hay muchas influencias que apuntan a una cultura madre.
En mi caso, todo este conocimiento me llegó por parte de mi padre. Él me explicó por primera vez el concepto del guerrero y la toltequidad. Él me recomendó que leyera los Cuatro Acuerdos. Él es el que me transmite la pasión por los pueblos verdaderos, por la sabiduría que está viva, por la humildad del guerrero y por querer aprender más. Con su ejemplo, y sus cuatro ceibas, mi papá me demuestra que se puede administrar la energía para hacer largos los días y darle varios sentidos a nuestra vida. Así que cada vez que puedo y desde donde esté, trato de recordar la leyenda del guerrero y me vienen a la cabeza las enseñanzas de don Pablo, mi padre y mi maestro. Yo soy el aprendiz.
Referencias:
Basado en el libro Las Enseñanzas de don Carlos, por Victor Sánchez