La Rambla

La Rambla es quizás la calle más transitada del mundo. Millones y millones de turistas la caminan de arriba a abajo, y viceversa, todos los días. En realidad, a la mayoría de los catalanes ya no les gusta tanto porque dicen que el turismo descontrolado le ha quitado su encanto, pero lo cierto es que cruza el corazón de esta ciudad y es una puerta de Barcelona al mundo. Conecta la Plaza de Catalunya con el Mar Mediterráneo y en gran medida genera el pulso económico de la capital. Y en ella, muchos propios y extraños se ganan la vida todos los días. Mares y mares de personas se pasean todo el tiempo por ahí.

Hace dos meses yo solía trabajar en La Rambla y aún no puedo creer lo que ocurrió hace quince días. La noticia me impactó y me quedan reflexiones y dudas. Me quedan muchas preguntas. No entiendo tantos intereses económicos, no entiendo el negocio de la guerra y no me queda claro quiénes son los verdaderos culpables. No entiendo tanta sangre fría.

El 17 de Agosto a las 17:03 horas, una furgoneta blanca de marca Fiat bajaba por Carrer de Pelai en el sentido natural del tránsito, pero al llegar al comienzo de Plaza Catalunya, invadió el paso peatonal de La Rambla a la altura de la Fuente de las Canaletas. La camioneta recorrió Rambla abajo más de 500 metros, pasando los concurridos cruces de Tallers, Canuda, Ferrán, La Boquería y L´Hospital, hasta terminar a la altura del quiosco de Joan Miró, en frente de Metro Liceu. A su paso, se llevó todo lo que pudo. Se llevó la vida de 16 personas y dejó a más de cien heridos. La muerte sacudía al mundo occidental y a Barcelona. No era ningún accidente, fue un ataque deliberado.

Los que estuvieron ahí dicen que la tarde fue una pesadilla. Un par de amigos y ex compañeros del trabajo me contaron que vieron varios cuerpos y que trataron de ayudar a los heridos. Dicen, que justo después del paso de la camioneta, se hizo un monumental silencio que se interrumpió enseguida por el sonido de las sirenas y las alarmas. Que la gente empezó a correr y a esconderse entre los negocios de ambos lados de la calle, antes de que éstos cerraran. Cuentan que muchos huyeron hacia el Raval y a Universitat, que se vivieron momentos difíciles. Los dos, me contaron que esa noche les costó dormir.

Pasada la tristeza, creo que vale la pena la reflexión. Y es que este nuevo atentado desató varias aristas que deben de tratar de entenderse y explicarse. Se debe de investigar, se debe profundizar y también se debe darle una lectura entre líneas. Aquí va mi intento.

Pienso que el ataque dejó muertos y abrió viejas heridas. Desde lo ocurrido, se disparó una especie de «islamofobia» que es sumamente injusta y peligrosa. Creo que se está confundido a un grupo de jóvenes criminales y asesinos, con el odio a una religión que profesan millones de personas en todo el mundo, una creencia milenaria. En los últimos días, abundan los reportes de agresiones a civiles musulmanes inocentes dentro y fuera de Catalunya. En muchos sectores se esparce un rechazo físico y verbal a toda una cultura que es la menos culpable de estos ataques colectivos.

También, me queda la duda de saber quiénes son los verdaderos culpables. Quiénes son estos famosos “terroristas”, y quién manda ese mensaje adjudicándose inmediatamente los ataques. Quién y qué intereses están detrás de todo esto. Y es que está demostrada la influencia de países de la élite de poder occidental en grupos bélicos. Existe documentación suficiente para saber que a lo largo de la historia moderna los ejes de poder han armado a grupos de choque para crear inestabilidad según su conveniencia. Debe recordarse la intervención de Estados Unidos en Nicaragua, en Yugoslavia, en Kosovo, en Irán, en Paquistán, en Yemen, en Libia y en Siria, sólo por mencionar algunas. Para muchos, este tan citado “terrorismo” no es más que un invento del sistema y éstas son sus consecuencias. Abundan las teorías de conspiración.

Hay quienes aseguran que el tan mencionado «Estado Islámico» o «ISIS», es un grupo entrenado por la CIA y armado por el gobierno de los Estados Unidos, y que en las últimas décadas, ha actuado como el “móvil” para justificar la intervención militar, política y económica del régimen estadounidenses en Medio Oriente. Según esta versión, son las potencias de Occidente quienes han creado, financiado y mediatizado a estos grupos “terroristas» para justificar sus invasiones, su presencia militar, la enorme venta de armas, los dividendos por la reconstrucción y todos los saqueos del petróleo. El negocio es enorme y aquí manda el dinero. Así, nos engañaron con el 9-11 de Nueva York y Occidente atacó Afganistán, Iraq y Siria. El pretexto del terrorismo funcionó y Estados Unidos instalaba una «democracia» en Medio Oriente. 

Otras teorías históricas señalan que dicho grupo armado es independiente, fundamentalista, y que ataca a Occidente en respuesta a la guerra política, económica y territorial. 

Sean verdaderas las teorías o no, lo cierto es que Occidente siempre ha encontrado un eterno rival; los que antes eran comunistas, ahora son terroristas. Lo cierto, es que Estados Unidos y Europa Occidental han buscado tener ocupación militar en los históricos confines del Oriente Próximo al ser un punto millonario y estratégico. Lo cierto es que el ejército de Estados Unidos mata todos los días a decenas de civiles inocentes en el medio Oriente en nombre de una «guerra contra el terrorismo». Lo cierto, es que todo ha sido apoyado por el enorme poder mediático que va eligiendo enemigos según la agenda pública mundial. Y es que no olvidemos que todo depende de la óptica con la que se mire, y nosotros siempre usamos el cristal occidental. 

Pasado el dolor, creo que es importante que seamos más críticos y se investigue a fondo el caso. No se pueden generalizar los hechos, se tiene que indagar y propongo no confiar a ciegas en la versión oficial. Es clave cuestionar cualquier nota y ver todo con los ojos bien abiertos. Y es que al final, las verdaderas víctimas siguen siendo las de siempre: personas inocentes sin ninguna responsabilidad política y ningún compromiso económico. Personas pacíficas y de sangre tibia. Personas como las dieciséis de La Rambla que murieron hace quince días. Personas como las miles que han muerto en Oriente en los últimos años. Personas que no se lo merecían.

Bibliografía: