Qué peligroso puede ser mezclar el futbol y la política. Cuántos riesgos se asoman al utilizar el ritual del balón para hacer campaña y proselitismo. En dónde quedan los límites entre los intereses de la clase política y los once de la tribu. Qué delicado puede ser confundir las tentaciones de un gobierno con la esencia del deporte más querido del mundo. Cuánto daño puede causar el dinero cuando se usa para seducir la pasión de un pueblo. Cómo regularizar la misteriosa relación que desde hace años existe entre la política y el futbol. Entre la manipulación y el deporte. Entre el juego y el poder.
Históricamente, han sido muchos los momentos en los que se han visto involucrados líderes y partidos políticos con algún equipo de futbol. Es famoso el Milán de Berlusconi y el Boca Juniors de Macri. En España, se sabe que el Partido Popular simpatiza con el Real Madrid y el Barcelona con la izquierda. Cuántos gobernadores son accionistas de Clubes y cuánta pauta publicitaria invierten los partidos políticos en equipos, ligas y federaciones. Del otro lado, abundan historias de ex futbolistas que han acabado como alcaldes, diputados y secretarios de gobierno. El negocio es redondo y trae jugosos dividendos. El alcance es inmenso.
En México, un caso reciente fue el de los polémicos tweets que sacó el “Piojo” Herrera apoyando al Partido Verde Ecologista de México en plena veda electoral. Justo el día de la elección, el que entonces era Director Técnico de la Selección Nacional, se sumó a una larga lista de deportistas, celebridades y actores, que postearon en sus redes sociales mensajes que bajaban de una estrategia de comunicación diseñada y pagada con recursos públicos. El objetivo era claro: asociar al partido con personajes de alto impacto social y mediático para influir y amplificar una intención de voto. El manejo de los famosos líderes de opinión.
Luego de siete meses de investigación, el pasado martes se anunció que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación liberó de cualquier multa o responsabilidad a Miguel Herrera, Oribe Peralta, Julio César Chávez, entre muchas otras personalidades. No se encontraron pruebas suficientes que demostraran un pago de por medio. Según el dictamen, los sujetos estaban en libertad de expresar su opinión, dejando a la coincidencia que todos lo hayan hecho justo durante la mañana del 7 de junio del 2015. Una vez más, imperó la impunidad en medio de vagos discursos y lagunas jurídicas. Imperó el cinismo y el silencio.
Esta noticia es delicada por el precedente que marca. Pareciera que es otra historia del país donde no pasa nada. Preocupa que no existan medidas firmes contra la corrupción que baja desde las cúpulas hasta el terreno de juego. Es clave componer el camino y ordenar todo lo que se ha hecho, dejar las reglas muy claras. Creo que aún estamos a tiempo de promover una legislación actualizada que discipline la interferencia de la política en el futbol y viceversa. Debemos exigir el cumplimiento de las normas pactadas y difundir la importancia de esta separación. Y es que de lo contrario, seguirá creciendo la amenaza de acabar con el encanto del futbol.
Porque soy de los que cree que el futbol no es política y que la política no puede ser futbol. Porque el futbol es infinitamente más. Es el conjuro de la pelota que convoca a millones de personas por su genialidad y su magia. Porque después de la sinfonía en la cancha, lo que queda son momentos. Historias de héroes que cambiaron el curso del deporte más seguido del universo. Porque más allá de cualquier interés, creo que lo más importante siempre será el placer del juego. El devenir del balón en el campo de los sueños.