Y nos rompemos tantas veces la cabeza, cuando el verdadero poder está justo ahí, dentro de ti. Entre las costillas y las arterias. En la sangre tibia que circula por tus venas. No es tan complicado, depende de ti.
Y nos rompemos tantas veces la cabeza, cuando se trata de hacer lo que más te gusta. Enamorarte del momento. Estar ahora y estar aquí. Y es que al final, nosotros elegimos andar entre suposiciones y miedos, o con el coraje suficiente para seguir.
Y nos rompemos tantas veces la cabeza, cuando a esta vida vinimos sólo de paseo por un rato. El tren se irá muy rápido y nosotros elegimos sufrir el camino o tratar de hacerlo ligero, lleno de buena vibra y feliz.
Y nos rompemos tantas veces la cabeza, cuando se trata de confiar en el Universo. En la sabiduría de las montañas, los mares y los desiertos. En las estrellas. Ya lo demás, se dejará venir.
Y nos rompemos tantas veces la cabeza, cuando las respuestas ya las dieron nuestros abuelos indígenas: despertar el espíritu y hacer conciencia. Conectar con la energía de la tierra y escuchar la voz que siempre estuvo ahí.
Y nos rompemos tantas veces la cabeza, cuando nosotros proyectamos la vida que queremos. El miedo es un fantasma que no existe, el amor está en todas partes, y el dinero es una mentira que me niego seguir.
Y es que nos rompemos tantas veces la cabeza, cuando a esta aventura vinimos sólo a vivir. A eso, a vivir…