No dudo que tengan poderes y sé que tienen más sentidos. Es parte de su magia. Sabias, impulsivas y determinadas. Ustedes han dado la cara en los últimos años y su fuerza se esconde en cada una de sus travesías, sus caídas y sus hazañas. Me refiero a las deportistas mexicanas; mujeres de madrugadas, disciplina e intrépidas jornadas. Mujeres de agua y luna llena. Mujeres de osadías y bastante corazón. Mujeres que han levantado la mano en los tiempos más difíciles del deporte mexicano. Historias y odiseas, que en su narrativa esconden la solución.
Si hablamos de mujeres valientes, una historia que no deja de sorprenderme es la de Paola Longoria. De San Luis Potosí y con 24 años, es la número uno del mundo en raquetbol, un deporte que fue creado en Estados Unidos. Y maravilla el caso, porque Paola no ha perdido desde mayo del 2011 y acumula 141 triunfos al hilo. Tiene 38 títulos internacionales ganados de forma consecutiva y es Bicampeona en singles y Tricampeona en doubles a nivel mundial. Una mujer que también es Ingeniera Mecánica y está estudiando la Maestría en Ciencias Políticas. Una mujer con carácter y aguerrida. Que hace poco ganó un Grand Slam y ya fue triple medallista de Oro en Juegos Centroamericanos y Panamericanos. Un caso de éxito que está más vivo que nunca.
Otro relato que me inspira es el de la oriunda de Guasave, Sinaloa: la querida María del Rosario Espinoza. María descubrió su pasión por el taekwondo a los cinco años y siempre tuvo el apoyo de su padre Marcelino, un pescador de un barco camaronero. Cuenta la anécdota, que a los 12 años María decidió practicarlo como un deporte de alto rendimiento por lo que diario tomaba un autobús de cuatro horas para ir a sus clases. A los 16 años viajó para probarse en el Comité Olímpico Mexicano y a los 19 años ya era Campeona Mundial de la especialidad. Un año más tarde, se colgaría la medalla de Oro en Beijing 2008 al vencer de manera contundente a la noruega Nina Solheim en los 67 kilos. El sueño estaba vivo. También alzó el Oro Centroamericano y el Oro Panamericano y en Londres 2012 ganó un valioso Bronce. Hoy, María sigue entrenando diario y viajando a competencias por todo el mundo. En su mente y a sus 26 años, sólo existen los Olímpicos de Río.
Si seguimos el recuento nos encontraremos con lo hecho por Lorena Ochoa, una de las deportistas mexicanas más destacadas de los últimos tiempos. Una tapatía que empezó a jugar golf a los cinco años y a los siete ya tenía un Título Nacional. Estudió en Arizona y ganó cinco años consecutivos el Campeonato Mundial de Golf Juvenil y con tan sólo 25 años llegó al número uno de la LPGA, mismo que mantuvo durante 157 semanas consecutivas. En total ganó 27 Campeonatos profesionales, 2 Majors y obtuvo 83 premios. Un caso nunca antes visto en nuestro país y que con orgullo le daba la vuelta al mundo.
También resalta la crónica de Paola Espinosa, una chica que a los 9 meses de edad llegó a vivir a La Paz, Baja California Sur, y a los siete años ya estaba en su primera competencia de clavados. Con nueve años, Paola fue tras el sueño de entrar a la Selección Juvenil de Clavados en la Ciudad de México. Con los años, la técnica y el estilo de Paola sorprendía en el medio y ella no se dejaba caer por las adversidades. Sin embargo, en los Juegos Olímpicos de Atenas, la mexicana vivió una de sus épocas más difíciles. Un duro accidente en una práctica previa, problemas con su entrenadora y sus 17 años, la dejaron lejos de posibilidad de medalla en todas sus pruebas. Ella misma cuenta que a su regreso pensó en el retiro y cambiar por completo el rumbo.
Pero Paola aguantó, se levantó y volvió a empezar. Con una técnica y entrenadora distinta, fue ganando confianza y en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro del 2007 se llevó 3 medallas de Oro. También ganó el Bronce con Tatiana Ortíz en Beijing 2008, pero sin duda, el clímax de su historia llegó en el verano del 2009 en el Campeonato Mundial de Roma. Paola venía de una varicela que la había puesto en cuarentena y llegaba con muy pocas horas de entrenamiento y preparación. A pesar de todo, se presentó. En su primer día tuvo una serie desastrosa y por sólo 10 décimas logró avanzar a la siguiente ronda. Pero al día siguiente todo cambió. En sus primeros 3 saltos logró dos dieces de calificación y en el quintó no le temblaron las piernas. Por primera vez teníamos una Campeona Mundial desde los 10 metros y Paola vivía el mejor momento de su carrera.
Y así podríamos continuar con historias que se volvieron leyendas y nos pusieron la piel completamente chinita. Como la Plata conseguida por Ana Gabriela Guevara en los míticos 400 metros del tartán de Atenas en el 2004. O el Oro histórico de la fallecida Soraya Jiménez, que en Sydney 2000 cargó 58 kilos y a un país entero para proclamarse Campeona de la halterofilia Olímpica. Sin dejar de hablar de los logros de mujeres como Nancy Contreras, Belem Guerrero, Iridia Salazar, Karla Wheelock, Mariana Avitia, Aída Román, entre otras.
En el recuento, se vuelve evidente que las mujeres han levantado la mano por el deporte mexicano y se han pasado la estafeta. Esto, a pesar de que la mayoría carece de un plan estratégico que impulse el desarrollo integral del atleta y su crecimiento: la falta de apoyo. Pero también queda claro que el talento está y es evidente. Porque esta tierra es de grandes mujeres y auténticas guerreras. Abuelas poderosas, maestras y curanderas. Mujeres que nos muestran que el dilema es mucho menos complejo de lo que parece: el talento con entrenamiento, siempre rendirá cuentas.