Buen viaje, Cerati

“Separarse de la especie no es soberbia, es amor”. Gustavo Cerati.

Cuando la llama se apaga, se dice que el poeta se ha vuelto profeta en las fábulas de la imaginación. Es como si el alma encontrara la calma y estuviera lista para iniciar el gran viaje; el de música ligera, con una terapia de amor intensiva y algunos juegos de seducción. La materia se eleva a leyenda y brillará con más fuerza justo cuando pase el temblor. Se despide el genio, pero se quedan sus acordes, sus acuerdos y su voz. Porque la energía sigue girando alrededor del sol.

Ayer se congeló la mañana cuando se confirmó la muerte de uno de los personajes más emblemáticos de la historia del rock y la música latinoamericana: Gustavo Cerati. Después de cuatro años en coma a causa de un ataque cerebrovascular sufrido en Venezuela, el músico argentino finalmente pidió tregua, dejó de respirar y descansó. En un sueño profundo, uno de los grandes de la historia de la música en español se despedía y comenzaba el viaje de regreso a casa, el que quizás está a un millón de años luz.

Vulnerable y arriesgado, Gustavo Cerati era un tipo con mucha inteligencia emocional. Su primera pasión fue dibujar y escribir cuentos con personajes tan raros como fascinantes. Poco a poco, el niño porteño demostraba una capacidad sensorial poco ordinaria y muy especial. Cuenta la anécdota, que Gustavo tenía una gran fascinación por las palabras y su pronunciación. Tanto, que a los ocho años hizo su propio diccionario, que no tenía significados ni explicaciones, simplemente era un compilado de palabras y fonemas, producto de sus hallazgos, curiosidades y ocurrencias.

Pero el verdadero amor de Cerati llegó en la secundaria cuando descubrió la música de The Police, Queen, David Bowie, Deep Purple, Pink Floyd y The Cure. La mezcla de sonidos sin patrones estacionarios lo dejó maravillado y a partir de ese momento no soltó la guitarra eléctrica. Cuando tenía veintidós, conoció al bajista “Zeta” Bosio mientras estudiaba la carrera de publicidad y juntos decidieron armar una banda de punk rock, con un sonido tropicalizado y que pudiera ser un tanto divertido. Sumaron al baterista Charly Alberti y después de varios proyectos, ensayos y errores, llegaron a un sonido diferente que orgullosos nombrarían: “Soda Stereo”.

Soda lanzó su primer álbum en 1984 y desde el inicio causó un gran impacto en la escena underground de la capital argentina. Su música representaba una mezcla diferente de melodías alegres con una lírica estudiada, misteriorisa y descarada. Historias reales y abstractas de amor y desamor. El punto medio entre el rock que llegaba de Inglaterra y los sonidos calientes y hasta bailables de estas tierras. Para muchos, un giro en la historia del rock en español. Así llegarían los discos de «Nada Personal», «Signos», «Doble vida», «Canción Animal», «Dynamo», «Sueño Stereo» y «Comfort y música para volar «.

Su look, estilo y la constante exploración de nuevos ritmos, hicieron de Cerati y Soda Stereo una revolución que cruzó fronteras. Fue la primera banda de rock en español en tocar en Estados Unidos y es que su música cambiaba de pop a new wave, y de rock pop a algo más alternativo y eléctrico. Fueron los primeros en utilizar elementos sinfónicos y electrónicos en español, sin dejar corrientes como el disco, el jazz y el funk. De sus siete discos editados, ninguno suena igual que el otro y pareciera que van de menor a mayor.

Pero después de 15 años de historia, en 1997 Soda Stereo anunció su separación y Gustavo Cerati comenzó un nuevo camino como solista. Aunque las dudas de los críticos amenazaban con que este nuevo proyecto no sería tan exitoso, Cerati se consolidó durante los siguientes diez años con cinco producciones, entre las que destacan “Amor Amarillo”, “Bocanada”, “11 episodios Sinfónicos” y “Fuerza Animal”. Demostró toda su capacidad como un compositor maduro, lúcido, visionario y genuino. Siempre buscando una textura sonora indefinida. El genio seguía transformándose. Cambio y evolución.

Y ante el asombro de América, en el 2007 Gustavo, “Zeta”, y Charly dieron a conocer que Soda Stereo se volvería a reunir en una gira continental que irónicamente tomaría el nombre de “Me verás volver”. El tour comenzó en el Estadio Monumental del River Plate y casi un año después culminó ahí mismo. En total, Soda visitó más de 13 países y tuvo 22 fechas, convocando a más de 1 millón de fanáticos. La fuerza y la vibra que se desataron en cada presentación fue inaudita y para muchos espectacular. Paradójicamente, el 15 de mayo de ese mismo año sería la última vez que estarían juntos sobre un escenario. Y es que en el 2010, Gustavo sufriría el accidente cerebral que lo mantuvo en coma por cuatro años.

Así, soy de los que opina que la muerte de Gustavo Cerati marca un parte aguas en la historia del rock en castellano. Un antes y un después. Porque con su trayectoria demostró que la música no se mide en una escala de notas o partituras. Que hay mucho en la imaginación. Un navegante que le entusiasmaba la idea de no tener claro a dónde iba, no se lo tomaba tan en serio. Un músico que con el tiempo fue conociendo más el molde, para irlo rompiendo mejor. Un genio que le puso el acento al sentimiento en todo su lienzo y su sinfonía. Uno de mis grandes ídolos y una historia que no me cansaré de contar. Chau, Gustavo. Buen viaje y descansa en paz.