Duele verte en el suelo. Olvidaste tu mística, tu coraje y tu filosofía de juego. Perdiste los motivos. Perdiste el deseo. Dejaste en el tintero la creatividad y el dinamismo. No hay velocidad, contragolpes ni el máximo esfuerzo. No hay un buen defensa central ni portero. Cómo llegaron a tener tantos extranjeros. No juegan los jóvenes de la cantera y los demás se volvieron viejos. Cómo reparar el daño que está hecho. Cómo recuperar el atrevimiento.
Los Pumas de la Universidad tocaron fondo. Luego de la voltereta sufrida ayer en la noche ante la Fiera, todos los síntomas indican una especie de depresión en el Club del Pedregal. De nada sirve negar, tapar o esconder la realidad. Es momento de ser valientes, de amarrarse los pantalones. Se recomienda indagar las causas y enfrentarlas. Dar la cara, seguir caminando y volver a respirar. Reflexionar. Mapear el escenario completo y chambear en lo que toca chambear. Mirar lo que se viene evadiendo desde hace tiempo y actuar. Simplemente actuar.
Aunque es complicado hacer el diagnóstico desde afuera, la fotografía revela que a Pumas le empezó a llover hace más o menos tres años. Luego de salir Campeones ante Morelia en el Clausura 2011, el equipo dirigido por Memo Vázquez empezó a bajar los brazos y un año más tarde vivió su peor torneo: 16 puntos de 51 posibles. Sólo 3 victorias, siete derrotas y siete empates. Así comenzó la caída libre del Azul y Oro. Su última crisis. En el Apertura del 2012 llegó Alberto García Aspe a la Vicepresidencia Deportiva de Pumas y su primera enmienda era encontrar un sucesor. La apuesta fue Joaquín del Olmo. Pero el de Tampico fue despedido seis partidos después por sumar tres derrotas, un empate y dos victorias. Hasta ahí llegó el proyecto.
De manera emergente y ante el descontento de varios, la siguiente carta fuerte de Aspe fue Mario Carrillo, un ex técnico americanista que nunca encajó con la afición y el Club. No fue impecable. Duró ocho partidos como entrenador, dejando un saldo gris de cuatro derrotas, un empate y tres victorias. Y así llegó el tercer entrenador de Pumas en el mismo torneo: Antonio Torres Servín. Hombre de casa que apagó el fuego pero durante casi tres torneos tuvo un papel discreto. El 12 de agosto del 2013 García Aspe sería despedido al apenas juntar dos puntos en las primeras cinco fechas del Apertura. El proyecto Aspe fracasaba y Mario Trejo tenía un extraño regreso.
Después de tres fechas, Don Mario contrató a José Luis Trejo, un técnico tibio, poco decidido y conservador. En 32 partidos que dirigió a Pumas, Trejo sólo ha logrado ganar nueve partidos. En Ciudad Universitaria sólo tiene cuatro triunfos de los últimos 15 juegos y en lo que va del torneo ya cargan con cuatro pesadas derrotas al hilo. Los argumentos pierden sentido y el silencio sabe a misterio.
Una causa que salta de esta malaria es ver como los jugadores están olvidando una histórica forma de juego, la esencia Puma. Correr sin tregua los 90 minutos. Jamás dar por perdida una bola. No dejar de ir al frente. Proponer un juego más alegre y arriesgado. Hacer que se corran completas las dos bandas. Moverse sin balón para abrir espacios. Cansar al rival en el segundo tiempo. Construir la media cancha. Entender lo que significa la camiseta. Sorprender y tirar. Saber cuándo aguantar y cuándo atacar. Saber cuándo volver a empezar.
También me sorprende cómo se han ido olvidando de los jóvenes de la cantera. En lo que va del año, José Luis Trejo no debutóo ningún jugador en la Liga. Algo no está conectado y pasan generaciones entre la duda y el hubiera. Faltan oportunidades. Falta confiar. Creer que tienen la chispa adecuada para cambiar el curso de la jornada. Volver a darles ese poder.
De igual forma, soy de los que cree que la dolencia universitaria también habita en las malas decisiones y gestiones de algunos hombres de pantalón largo. Ya son tres años de una Directiva que parece dormida. Que sabe dónde están las carencias, pero no aplica el remedio. Que ha vendido jugadores con carácter y no ha sabido comprar buenos refuerzos. Que no encuentra estabilidad. Que su falta de liderazgo se cuela a los vestidores y se traduce en miedo. Un equipo que pareciera desalmado en el campo de los sueños.
Pero pienso que el problema no debe verse como un todo enorme y poderoso, porque le damos la carga de una muralla imposible de atrevesar. Cuando se separan las piezas de la encrucijada, da la sensación que el dilema pierde fuerza y las soluciones empiezan a llegar. Es el ritmo natural del caos, la calma siempre vuelve a su lugar.
Con el tiempo, Pumas tendrá que reconectarse y acordarse que es un equipo grande con 60 años de historia. Un equipo con siete títulos de Liga. Los jugadores se tendrán que acordar de que en esa misma cancha pasaron personajes como Cabinho, Muñante, Borja, Hugo Sánchez, Negrete, Cándido, Cuéllar, Luis García, Jorge Campos, Adolfo Ríos, Claudio Suárez, Miguel España, El ‘Tuca’, Juan Carlos Vera, García Aspe, Patiño, Olalde, Braulio Luna, Marioni, Aylton, Jaime Lozano, Leandro y Gerardo Torrado. Y sobre todo, se tendrán que acordar que ya han levantado varias crisis antes. Incluso algunas mucho más difíciles de atravesar.
Y quizás con los días irán llegando dosis de voluntad, de esfuerzo y momentos de genialidad. Y mientras tanto, la afición no dejará de cantarle a su equipo y recordarle de qué están hechos los Pumas de la Universidad. Cuando el equipo acepte que está perdido en la brújula, se podrá empezar de cero, pero esta vez con un paso más firme y verdadero. Es como volver a los orígenes. Las extrañas formas en las que actúa el Universo. La ironía de los Dioses que se meten al juego. El valor de no rendirse y levantarse de nuevo. Pumas, tal parece que sabes como hacerlo. .