Todo comenzó cuando escuché por primera vez esa palabra: metáfora. Veía escéptico la película de Il Postino, cuando Pablo Neruda -con un acento entre italiano y chileno- susurró: metáfora. No olvido la mirada de asombro que cautivaba al cartero: metáfora. Y es que cómo sonaba eso: metáfora…
La leyenda detrás de la metáfora rondó en mi cabeza por varios días, sabía que ahí vivía un mundo lleno de nostalgia y melancolía. De magia y deseos. De caos, amor y misterio. De libertad. Pero entre ideas nunca concretas y proyectos que se quedaron merodeando en el tiempo, se fue enfríando poco a poco el sentimiento.
Sin embargo, a veces solía volver con fuerza el rumor, sobre todo en febrero.
Fue cuando me animé y decidí aterrizar los sueños de esa metáfora en un proyecto congruente y visible, uno legible. Metáfora que ha pasado por todo y que en cierta medida es un diario de mis últimos siete años, de mis últimas siete vidas. Los cambios de humor, pasión y estación son evidentes. Y es que aunque no hay videos, sí existen escritos donde me hallo.
Ojalá que este proyecto contagiara e invitase a escribir a una pluma libre que busca hacerlo. De eso se trata, que se suban diferentes obras, de diferentes autores, con diferentes creencias, ideologías y pensamientos. Me gustaría que este espacio fuera un foro de expresión popular de cualquier tipo, un medio sincero.
Yo seguiré publicando, me gusta volver atrás y adelante en el tiempo. Aquí narraré las aventuras que me vaya mandando el universo. A mis treinta, dejaré todo en este blog, que algún día fue Metáfora y hoy lleva el nombre de Caminoligero. Y lo haré por el gusto, porque al final, siempre quise ser un mensajero.
Ahora entiendo mucho más al Postino y la fascinante metáfora del cartero…