Y me fui volviendo amigo de los débiles,
y compartí suelo con los caídos.
Y me entendió el incomprendido,
y me levantó la mano el vencido.
Y probé el mal trago de la desesperanza,
y me encontré junto al perdido,
y hablé con aquél que se ha quedado sin palabras,
y le di la mano a quien me la negaba.
Y me hallé con los desaparecidos,
y recordé a los olvidados,
y me refugié con los desamparados,
y busqué compañía con los solitarios.
Y esperé donde nadie hace parada,
y recordé los sueños de aquella mañana,
para ver si la próxima estación,
esta vez si era la de la esperanza.