La noche de Aoki

Aoki hizo temblar Santa Fe Aoki hizo temblar Santa Fe

Siempre dije que lo mío no era la música electrónica. Que el punchis punchis no inspiraba, no decía nada, y después de un rato, se convertía en un dolor de cabeza. Siempre me dijeron que yo era el de los problemas. Que tenía que mirar más allá, que esto se tenía que sentir, que dejara que el tiempo y el ritmo se volvieran parte de la mezcla.

Que había muchos tipos de electrónica y muchos tipos de DJ’s. Que había un beat para cada quien. Que buscara entre el house, el ambient, el abstract, el acid jazz, el garage, el dub y el progressive. Que me fijara en los loops y los breaks, que descubriera el momento en que los sonidos se mezclan en perfecta sincronía.

Por azares del destino, a noche trabajé todo el día en la transmisión del concierto de Steve Aaoki, un productor y DJ de ascendencia japonesa, que nació en Miami y que estudió sociología en California. Un amante del badminton y de Bruce Lee. Un hombre de negocios, dueño de un sello disquero, una línea de ropa, una marca de audífonos y creador de una fundación que provee educación musical a niños de escuela públicas. Un auténtico músico que hizo temblar el poniente de la Ciudad de México, hizo vibrar Santa Fe.

Por un momento me zafé de la chamba y fui a ver de cerca qué era ese fenómeno que tenía saltando a más de 15 mil chavos vestidos de neón, que con su música enloquecían. Sin planearlo, ya sabía lo que sucedería. Terminé brincando, cantando y liberando cargas al ritmo de beats que desconocía. Me conecté con el ritmo de la música y como con las olas, me dejé llevar. Disfruté el momento, me contagié de felicidad, de libertad y de energía.

Ahora entiendo un poco más a todos los que se apasionan con la música electrónica, y aunque no sé nada aún del género, es muy curioso que me haya hecho sentir cosas que a mis treinta no conocía.