Traficante de cuentos

Hice de mi búsqueda, mi ocupación. Hice de un gusto, mi profesión. Viajar se ha vuelto mi oficio.

Por azares de la vida, desde hace dos años trabajo como «manager» de viajes para una compañía canadiense. Me dedico a planear, administrar y organizar viajes por México, Guatemala , Belice y Centroamérica. Soy responsable del presupuesto, la transportación, el alojamiento, las actividades y la seguridad de los viajeros. Me gusta contar historias de cada lugar y sembrar semillas. Organizo viajes y los corro.

Viajar no es fácil

Como todo oficio, viajar te exige y mucho. No siempre es fácil y a veces te pone contra las cuerdas. Hay días largos y hay contratiempos. A veces hay accidentes y enfermos. Liderar un grupo de viajeros de diferentes culturas requiere mucha responsabilidad y mucha energía personal. Hay días más tranquilos y hay otros exhaustos.

Para mí, lo más importante de un viaje es que todos regresen seguros, que se arme un buen grupo en el cual todos/as sean respetuosos con sus semejantes y ajenos y, sobretodo, que nos la pasemos bien. Creo que la percepción de un viaje dependerá de tu actitud, tu energía y tu estado de ánimo. De ti depende cómo será recordada la experiencia. Y como en la vida, todo se refleja y todo se regresa.

El ser humano es un viajero histórico y, generalmente, nos gusta más lo que nos es más diferente.

No soy turista

También creo que no es lo mismo ser un turista a ser un viajero, la diferencia es enorme.

Para mi un turista es alguien que regularmente viaja más por ego. Poco le importa la historia del lugar y mucho le importa la foto, la «selfie» y los «likes». No quiere descubrir mucho, prefiere ir a lo más popular y comercial. Sigue las tendencias.

Al viajero le interesa todo. Se sumerge en la cultura local y busca interpretarla o por lo menos tratar de entenderla. Se halla en conversaciones con foráneos, se interesa por aprender un poco de su lengua y quiere entender parte de sus costumbres y legado.

Un experimentado viajero también sabe de la importancia de ser paciente, de sonreír en un cruce de frontera y ser amable y respetuoso con la cultura local. Practica la observación del entorno y valora cada nuevo paisaje, retrato y anécdota. Nos gusta explorar y recolectar historias y momentos.

El ser humano es un viajero histórico y, generalmente, nos gusta más lo que nos es más diferente.

Viajes comunitarios

También creo que el viaje puede ser sustentable y comunitario. Al viajar se puede apoyar a las comunidades locales y beneficiar directamente a proveedores locales para que el dinero llegue y se quede en la comunidad. Sin intermediarios y sin grandes contratistas, con una consciencia social y ambiental.

Apoyar el consumo local, los pequeños productores y el mercado local con una perspectiva de comercio justo puede hacer la diferencia. Darle prioridad a los servicios locales y que se beneficie directamente la comunidad es la esencia del turismo comunitario frente al turismo masivo. Viajar en grupos pequeños, comer en mercados públicos y lograr que tu gasto diario como viajero llegue directo a la gente del lugar.

Será clave que el viaje sea responsable con el medio ambiente y reduzca lo más posible nuestra huella de carbono. Nunca dejar plástico, recogerlo las veces que sea necesario, ser respetuoso con la flora y fauna del lugar, no abusar del aire acondicionado o el calentador y cuidar que todos los productos consumidos sean amigables con los ecosistemas que convivirán con nosotros. Creo que el viaje debe tener esa filosofía social y ambiental. El turismo tiene que ser responsable.

Para decirlo mejor: «no hay justicia social sin justicia ambiental».

Los personajes

En mi caso, con los viajes también llegan las historias y los personajes. Mi vida sucede ahí, fuera de casa. En lo incierto, en lo inesperado y en la conversación con lo extraño, lo ajeno y lo surreal. Me emociona viajar y pienso que cada quien vive el viaje de manera diferente y cada quien construye su historia.

El viaje te mueve y te confronta. Nadie regresa igual de un viaje.

Al viajar, pierdes noción del tiempo y el espacio y comienzas una vida paralela. Estás fuera de tu zona de confort. Viajamos para conocer nuevos sitios o visitarlos de nuevo, y acabamos conociéndonos más por dentro. El viaje te mueve y te confronta. Nadie regresa igual de un viaje. Eres ajeno en una cultura diferente y desde ahí parte tu nuevo contexto. Desde ahí existes.

Y aquí es donde trato de darle un sentido al viaje. Viajamos por algo y el viaje tiene una intención y un significado. Nos mueve la geografía, la vida salvaje, la naturaleza, los ancestros o la historia detrás de cada rincón, ya sea el altiplano, el trópico, el desierto o la montaña. Quizá buscamos un cambio, un alto en el camino o una respuesta.

Traficante de cuentos

De mi parte, deseo que pueda contar todas esas historias con la palabra escrita, porque hablada ya está. Escribir crónicas y cuentos de mis viajes para que el día que acabe de viajar, los vuelva a leer y los vuelva a saborear. Al final, escribo y viajo para mi.

Porque no sé cuánto dure esto y porque aún me quedan un par de pasiones por explorar. Por eso quiero que quede un relato de lo que mis ojos vieron. Un testimonio de lo que es, de lo que fue y de lo que está. Una bitácora de vuelo.

Prometo que haré lo que hago desde hace unos años: únicamente lo mejor que puedo. Ni menos, ni más. Si trabajo en esto, es porque me gusta escribir y viajar, y aquí, viajaremos juntos. Seré un cartero de a pie, un marchante de historias, un ladrón de metáforas y un traficante de cuentos.