La mujer de Congo

Hace unos días estabas en Roma y hoy vas rumbo a la República de Congo. No lo presumes, no lo anuncias, sólo lo haces. Eres una luciérnaga que alumbra el camino de cualquier peregrino y eres una esencia con sabor a canela y sal de mar. Eres como una canción de Pink Floyd y los Beatles. Haces magia e inspiras libertad. Inspiras fuerza, inteligencia, ternura y verdad. Eres una mujer que vino de la luna y es un placer compartir tu andar. Te lo mereces bonita, vuela a Congo y llámame al llegar.

Se me inflama el pecho de lo orgulloso que estoy de ella, de ver que va superando sus muros y sus barreras, ver que no deja de brillar. Y aún así, la magia de vivir es para ella y los que tenemos la dicha de estar al rededor de ella. Me gusta tu forma de ser, Adriana, me gusta que seas tan congruente con tus ideales y tu forma de sentir y de pensar. Me enamora tanta transparencia.

No me queda más que decirte que te amo con todo mi corazón, ojitos bonitos. Qué padre que vueles por el mundo siguiendo tus sueños, lo estás logrando. Qué valiente mujer que donde pone el ojo pone el corazón, que donde pone el corazón, pone la vida. Vida que compartimos ya desde hace 5 años y que me ha hecho muy feliz. Buen viaje, guapa, te veo pronto y que sepas que cada día te quiero más.