No tengo más estrategias que las de un soñador con un saco roto y viejo. No soy más que otro guerrero que está en búsqueda del camino que le lleve más lejos. No creo en los imposibles, no creo en los muros y me emociona la magia del Universo.
Olvido el mundo impersonal, consumista e instantáneo que vivimos. Olvido su frialdad, su corazón de piedra y su gula de ego. Mis textos buscan abrir un par de ojos y crear consciencia. Mi metáfora menguante busca un cálido puerto. Tus ojos, guapa, tus besos.
Y así, desde hace tiempo vivo en la travesía de las palabras y el conjuro de sus versos. Camino las calles de los barrios y transito la geografía sagrada de los pueblos. Tranquilo, hermano, sereno. A veces arriba y a veces abajo. Sincero, hermano, sincero.
A veces creo que debí haber vivido en otra época, no sé si con los filósofos griegos, los hippies del Pacífico o los surfers de San Diego. Pero no olvido mis ideales y no resignaré mis versos, el desahogo de un enamorado de la vida que visita cada martes al loquero.
Lo cursi lo dejo en la práctica, ya lo sabrás. Soy sencillo y alegre, pero también puedo ser serio. Detrás del telón no hay tanta ciencia, hay magia blanca y hay un espíritu guerrero. No me rindo y no me rajo, no me detengo. Me rifo y me discuto, hasta eso salí chambero.
Tengo prosapia liberal y mi linaje es rebelde. Soy de cepa valiente y recuerdo con orgullo a mis ancestros, a mis maestros. Recuerdo seguido al fuego, al agua, a la tierra y al viento. Recuerdo al maíz, al venado, a las plumas de la serpiente y a la primera estrella de la tarde. Recuerdo a mis tíos y a mis abuelos.
Soy de barro y de mar, soy de andar caminos. Soy un pirata inofensivo y dicharachero, un Quijote de equipaje ligero. Soy un aprendiz de curandero, un espíritu libre y también un mensajero. Algún día me gustaría ser poeta y a veces pienso que debí haber sido cartero.