(Escrito el 9 de noviembre del 2016, el día que yo cumplí el sueño de llegar a Australia y el mismo día que Donald Trump ganó la presidencia en Estados Unidos)
Creo que ayer llovió en todo el mundo, ayer hubo un enorme asalto a la razón.
Y es que al final, el problema no es Donald Trump, es la gente. Es la humanidad en tiempos de cólera. El odio es real. El racismo, la discriminación, la misoginia, y las ganas de que a los demás les vaya mal, son reales. En Estados Unidos y en todo el mundo. Trump sólo vino a ponerle cara y voz a ese odio, es un reflejo de la decadencia de gran parte de esta sociedad. Ayer ganó el odio, ganó el ego y ganó el miedo. Ayer ganó el dinero.
Pero para los que creemos en la energía positiva como estilo de vida, ayer también se abrió una especie de oportunidad. Dicen los que saben, que se tiene que tocar fondo para que llegue un cambio verdadero. Dicen, que lo viejo tiene que romperse para que pueda llegar algo nuevo, que de las crisis, surge otro nivel de crecimiento.
Ahora más que nunca, tenemos que estar de pie y luchar por ese cambio, somos muchos en el mundo que lo queremos. No podemos rendirnos, no podemos bajar la guardia, no nos vamos a callar. Ahora es momento de confiar. Porque dicen, los que saben, que de nosotros depende que vengan mejores tiempos; tiempos incluyentes, de verdadero amor y de hermandad. Y es que si queremos, esto puede ser una gran transición, puede ser un gran cambio, puede ser la caída del imperio.
Fuerza para todos los mexicanos que viven en Estados Unidos. Fuerza y confianza en el mundo entero.