Es el cierre de la novena entrada de un séptimo juego de Serie Mundial. El estadio está lleno y el equipo de casa pierde sólo por una carrera. Son las 11 de la noche, hora local. Ya cayeron dos outs, dos bolas, dos strikes, pero hay un hombre en tercera. Empieza a hacer mucho frío pero nadie se mueve de su lugar. Aunque la probabilidad es baja, la carrera del empate está a batazo de hit. Suspenso en la caja de bateo, todo puede pasar.
Este miércoles fuimos testigos de un emocionante desenlace del Clásico de Otoño del beisbol. Los Gigantes de San Francisco alzaron su tercer Campeonato en tan sólo 5 años, luego de vencer 3-2 a los Reales de Kansas City en una serie que se definió en un dramático duelo.
A medida que se acercaba el final del partido, volví a sentir esa fascinante sensación de estar en el punto medio, donde se detiene el tiempo y la historia puede tomar cualquier cauce o acento. Me acordé por qué de niño me apasionaba tanto ver este juego con mi papá. Me acordé por qué muchos lo llaman el “Rey de los Deportes”, y aunque no tomo la frase textual, aquí expongo algunos argumentos.
Aunque se dice que el beisbol nació en 1839 en Cooperstown, Nueva York, existen rasgos y evidencias que señalan que la esencia de este deporte existe desde los viejos tiempos. Según varios historiadores, se practicó en Egipto, Persia, Grecia y la Edad Media. Luego llegó a América y gracias al poder del telégrafo, la imprenta y la radio, se hizo famoso en muchas partes del mundo. Es uno de los juegos de conjunto más antiguos y uno de los más populares.
De igual forma, el beisbol es el deporte que junta más variables y estrategias en un diamante de juego. Matemáticamente, sus probabilidades son infinitas y el cálculo lineal tiene un amplio margen de error. Por eso es impredecible y fantástico; nada está dicho hasta que cae el último out. Cuentan que Einstein era un apasionado pelotero que alguna vez dijo que encontraba más relatividad en el beisbol que en sus proyectos.
Y es que el beisbol es uno de los deportes que mezcla más capítulos de teoría, técnica y habilidad. Los planteamientos para encarar cada jugada abren un inmenso abanico de opciones y la mente debe ser muy ágil para tener muy claro lo que se debe de hacer en cada momento. Mucho es maña y colmillo, pero también hay mucho equilibrio entre velocidad, fuerza y talento. La lucha entre un pitcher y un bateador puede volverse una batalla de ajedrez, donde gane el alfil más despierto.
Es el único deporte que tiene una definición clara de “Juego Perfecto” y en el cual los dos equipos tienen las mismas oportunidades a la ofensiva y la defensiva para marcar una diferencia en el encuentro. Ahí radica la mística de este deporte, y es que curiosamente el equipo que tiene la pelota, es el equipo que está defendiendo. La táctica manda y la inteligencia está a reto.
Sin embargo, no creo que su encanto radique en que sea mejor o peor que otro deporte, el beisbol significa mucho más que eso. Por una parte representa la eterna coyuntura de poder cambiar el destino en cada movimiento, y también personifica la lucha de la confianza y los miedos. Y es que en el beisbol se necesita mucho carácter para levantarse de un escenario adverso, y ahí es donde se escriben los grandes momentos.