Ya está listo mi altar de Día de Muertos y «Hanal Pixán». Siempre está listo porque es un altar permanente, casi itinerante, dedicado a mis colecciones del camino, mi familia, mi bitácora de vuelo y a algunos referentes de mi vida.
En este altar hay plumas, proyectos, textiles, libretas, velas, postales, fotos, las llaves de los sitios donde he vivido, estampas, gorras, pulseras y artesanos. Le faltan flores de «cempasúchitl», pero estaba muy caro el manojo y luego se me marchitan.
Está dedicado a mis abuelas Esperanza y María, a mi tía Maruja, mi tío Gerardo, mi tío Andrés, Lupita, Pepe, mis bisabuelos de La Piedad, Michoacán, mis abuelos Vicente y Andrés y a toda una generación valiente que escapó de una dictadura en España. A mis ancestros y mis deidades.
También están los vivos y el tributo diario a mis seres queridos. A mi madre, mi padre, Santiago y Pablo. A la querida Lamat. A los trabajos que he tenido, a las personas especiales que he conocido y los recuerdos de mi camino.
Está dedicado a los pueblos originarios del mundo y a Palestina. A los refugiados, exiliados, a las mujeres desaparecidas, a los que mueren tratando de cruzar el charco o no logran cruzar el río. A periodistas y activistas. A la generación del 68’ y a los 43 de Ayotzinapa que aún nos faltan.

A Frida, Lennon, Marley, Pink Floyd, Cerati, Kurt Cobain, el Ché Guevara, Chris Cornell, Dolores O’Riordan, Sinead O’Connor, Taylor Hawkins, Sixto Rodríguez, George Harrison, Janis Joplin, Martin Luther King, Fálcor, Laika, Aisha, El Fontanero, Pepa, mi maestra Pilar, Don Álvaro, Lupe, Fernando, Felo, Grinberg, Chandler, «El Gabo», Ruíz Zafón y al «Toro» Valenzuela.
A los ecosistemas en riesgo, las especies extintas, los sistemas de cuevas, a la defensa del territorio, la fauna desplazada, las abejas, la selva, los manglares, la montaña, la sabana, al mar y a toda la naturaleza. A mis deidades.
Y por último, está dedicado a la emoción de lo que está sucediendo y de lo que esté por venir. Aún me quedan un par de sueños bajo la chistera y aún me queda mucha aventura y mucho amor. Corre sangre tibia y, en los días difíciles, este altar es cuando más brilla.



















